lunes, 23 de mayo de 2016

El empleo se acaba, dígalo Rosell o su porquero


Tras el último despropósito de un dirigente patronal, afirmando que el empleo fijo es cosa del siglo XIX, se oculta una realidad que la clase/casta política en general se empeña en ignorar: el artefacto del empleo sufre una avería irreparable. Acabar con la precariedad requiere medidas innovadoras, entre ellas la garantía de un ingreso incondicional independiente del trabajo.


Aceptando un término convencional, denominaré élites a las minorías que ostentan el poder real, que en un mundo completamente mercantilizado es el poder del dinero. C. Wright Mills definió a mediados del siglo XX el término 'élite' en un sentido sociológico: un grupo relativamente pequeño que controla las principales empresas, la política y el ejército.

Porque, si atendiera a la voz francesa original élite ["groupe minoritaire de personnes ayant, dans une société, une place éminente due à certaines qualités valorisées socialement"] sería más fácil hallar una aguja en un pajar que encontrar algún indicio de cualidades dignas de ser valoradas socialmente en los representantes de la CEOE. Patronal empresarial que si por algo se ha distinguido es por contar entre sus dirigentes a Gerardo Díaz Ferrán. Actualmente encarcelado por diversos delitos de estafa. Vamos, lo que en términos coloquiales se denomina un chorizo puro y duro.

El actual presidente de CEOE, Juan Rosell, acaba de sorprendernos al declarar que el trabajo "fijo y seguro es un concepto del siglo XIX". En su opinión, en el futuro el empleo habrá que "ganárselo todos los días". Desde luego, la afirmación no puede ser más burda. Ya que es difícil encontrar en los anales de la historia del trabajo esa seguridad laboral en la época en que los obreros estaban sometidos a durísimas condiciones laborales, con bajísimos salarios, contratos leoninos y extenuantes jornadas de trabajo exentas de vacaciones pagadas. Sería precisamente por reclamar la jornada de ocho horas por la que fueron ahorcados, en Chicago, en 1886, los sindicalistas cuya memoria conmemora el Primero de Mayo.


Mujeres y niños constituían una buena parte de la mano de obra de la época de la Revolución Industrial. En el año 1839, la mitad de la clase obrera británica estaba constituida por mujeres. En el inicio de la década de los años cincuenta, se sabe que trabajaba el 28% de la población comprendida entre los 10 y 15 años.

Los salarios eran muy bajos y muy ajustados para satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores. El trabajo infantil estaba mucho peor remunerado, lo mismo que el de las mujeres, que percibían alrededor de la mitad del salario de los hombres. A partir de los años cincuenta, los salarios tendieron a subir, especialmente para los obreros cualificados, pero el nivel de vida de los trabajadores continuó siendo muy bajo.


Al margen de su falta de rigor histórico, las declaraciones de Rosell inciden sobre un fenómeno real que viene siendo negado o ignorado sistemáticamente por la clase/casta política: la desaparición a marchas forzadas del empleo, ese artificio social que hasta hace un par de décadas estructuraba, mejor o peor, la sociedad a través del trabajo. La cínica observación del dirigente patronal se produjo durante su intervención en la presentación de un estudio sobre la transformación digital realizado por Siemens y la consultora Roland Berger, en la que ha considerado que la digitalización será fundamental para el trabajo, ya que "va a haber muchas sorpresas en un futuro inmediato".

La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Tengo expresada la convicción de que las élites económicas  dado que poseen mayor información sobre la desaparición del empleo, saben también perfectamente que, tarde o temprano, habrá que implantar un ingreso garantizado a toda la población. Lógicamente, no va a ser esa élite la impulsora de una Renta Básica Universal que, en todo caso, habrá de ser conquistada por una mayoría social consciente del profundo cambio que está experimentando el mundo laboral. 
 
Mientras los discursos electoralistas dan la espalda a la cruda realidad, escuchad al menos la voz de poetas comprometidos como María Ángeles Maeso: Probad en alto andamio los plurales...




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. No soy un catastrofista precisamente. Un simple observador de la realidad. Ahora mismo, la banca va a suprimir 5.000 empleos en España. Pero tú yo utilizamos cajeros automáticos, tarjetas de crédito, compras por Internet e incluso operaciones bancarias desde nuestro ordenador de casa. La productividad sigue siendo idéntica, pero ya no necesitan gente en las oficinas. La cuestión es que esa plusvalía creada debería revertir socialmente, a través de un Ingreso Garantizado (tema de mi último libro) para equilibrar la pobreza creciente que avanza en mancha de aceite, en especial, en la generación más joven. Un saludo

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