domingo, 3 de enero de 2016

SMI: ¿La penúltima canallada de Rajoy y los suyos?

Con su falta de acuerdo para formar una sólida alianza de gobierno entre el PSOE y Podemos, sus respectivos dirigentes olvidan que, cada día que pasa, nuevas personas se incorporan al tercio de población en situación de riesgo de pobreza. Mientras tanto, el gobierno en funciones liderado por Rajoy sigue produciendo estragos, como la insultante subida del 1% aplicada al SMI y del 0.25% a las pensiones.


Hace cuatro años, a raíz de la llegada al Gobierno de un equipo ministerial sustentado en la aplastante mayoría obtenida en las urnas por el Partido Popular, escribí en este cuaderno que la congelación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) era la primera de las canalladas que ese equipo presidido por Mariano Rajoy se disponía a cometer contra las clases más desfavorecidas del país. Ahora, privado ya del apoyo de esa mayoría, el Gobierno en funciones sigue produciendo estragos, como esa mísera subida del 1% aplicada al SMI. Uno de los más bajos de Europa.
 
Siguen teniendo vigencia los argumentos expuestos aquí que justifican el calificativo aplicado por mi parte, sin ningún tipo de reservas, a esa medida socialmente canallesca que inauguraba el peor cuatrienio vivido en este país desde que comenzó la democracia. Caracterizado, junto con la corrupción más descarada amparada por el partido en el Gobierno, por una feroz agresión a los derechos civiles, sociales y económicos de la mayor parte de la ciudadanía. Sobre todo, de los desempleados, de los trabajadores precarios y de los pensionistas más humildes. Todos ellos han visto recortados sus ingresos hasta el punto de que un tercio de la población se halle en situación de riesgo de pobreza.

Rajoy no es el único canalla del juego. Él encarna el talante canallesco que anida en el ánimo de los 7.215.752 votantes que, a estas alturasy después de la que ha caído, han vuelto a respaldar al Partido Popular. Lo que es tanto como decir que se identifican con la política canalla y la corrupción.

Los complicados resultados de las pasadas elecciones del 20-D ofrecen, sin embargo, una puerta abierta a formar una urgente coalición de gobierno que ponga fin a esa política de canallas. Pues ahora somos mayoría las personas que hemos votado, cada cual a su opción preferida pero todos con la aspiración común de sacar de la Moncloa a los protagonistas de la política canallesca. Con el objetivo urgente de atender a esa población en situación de riesgo.

Y ahora esta mayoría de votantes contemplamos estupefactos cómo los dos partidos que podrían formar el núcleo de una coalición de gobierno, PSOE y Podemos, en vez de unir sus fuerzas desde el primer día, se han embarcado en una extraña deriva de despropósitos.

Los de Ferraz interpretando una penosa tragicomedia interna que recuerda esa escena de La vida de Brian en la que llega al Gólgota un grupo de soldados fuertemente armados y al grito de: "¡Somos el Frente del Pueblo Judaico! ¡Escuadrón suicida! ¡Escuadrón, ataquen! ¡Así aprenderán esos rom...! se suicidan atravesándose con la espada ante la atónica mirada del  crucificado Brian. Y los de Podemos boicoteando el acuerdo al esgrimir la coletilla de una línea roja basada en el esperpento independentista catalán. En total, suman 153 escaños que podrían configurar una sólida alianza parlamentaria destinada a apoyar a un Gobierno de emergencia que pusiera en marcha programas de ayuda a la población en situación de sangrante pobreza. Porque son millones las personas que se encuentran privadas del derecho a decidir cómo conseguir llevarse a la boca el sustento de cada día.

Si el desenlace de todo este despropósito condujera a la convocatoria de unas nuevas elecciones, demostraría la incompetencia de unos representantes electos que, puesto que ya cobran un sueldo público, tienen la obligación de resolver los problemas, en lugar de planteárselos al electorado. En ese caso, el que suscribe ya adelanta desde aquí que, defraudado por la incompetencia de los miembros  de la Casta, clásicos y modernos, y la Susana, para no desperdiciar de nuevo mi voto, no me quedará otro remedio que votar al Pacma. Al menos quisiera ser civilizado como los animales.



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